viernes, 23 de diciembre de 2011

Nota periodistica 2.

EL PERIODISMO DURANTE LA DICTADURA
Por Martín Borja, 12/98
Muchas son las caras que hoy sobreviven en los medios de comunicación luego de haber prestado su colaboración hace dos décadas con la última dictadura militar. Parte del periodismo no está exento del camaleonismo que, detrás de una máscara democrática, intenta una vez mas ocultar su pasado.
No resulta llamativo que, luego de tres lustros de gobiernos constitucionales, no se haya instalado el mínimo debate serio sobre el rol que tuvo la prensa durante aquellos años de plomo: en su mayor parte, las grandes empresas periodísticas siguen en la actualidad en manos de los mismos propietarios de entonces.
El gobierno militar se preocupó desde un principio en limitar al máximo la actitud de la prensa opositora; el mismo 24 de marzo de 1976, la Junta de Comandantes lanzó una temible amenaza a los medios y a la prensa en general, a través del comunicado nro. 19, por el cual sería “reprimido con reclusión de hasta 10 años el que por cualquier medio difundiere, divulgara o propagara noticias, comunicados o imágenes con el propósito de perturbar , perjudicar o desprestigiar la actividad de las fuerzas armadas, de seguridad o policiales”. Los corresponsales de medios extranjeros fueron prácticamente expulsados del país y se intervino la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa . De allí en más, todo fue oscuridad y desinformación. La información era censurada y manipulada: Telam, y el Comfer -como todos los organismos gubernamentales- estaban intervenidos militarmente. Las denuncias por secuestros y desapariciones no existieron en los diarios ni en los informativos. Salvo honrosas excepciones -como el Buenos Aires Herald, el semanario Nueva Presencia, y luego la revista Humor-, la mayoría se cosió la boca por temor. Otros, movilizados quién sabe por qué sucios intereses, optaban por festejar sistemáticamente cada gestión de gobierno, aún las que significaban la desaparición de compañeros de redacción.
Algunos -como Neustadt- no se ocuparon demasiado en actualizar ya en democracia su discurso, otros -como Editorial Atlántida y todas sus publicaciones- lo enterraron bajo el vertiginoso mapa político de estos años; otros pocos -como Grondona- hicieron un incompleto acto de contrición y lo aggiornaron de acuerdo a los nuevos tiempos ‘políticamente correctos’ . Todos ellos conformaron , junto al canal oficial ATC, el sostén mediático de la política criminal de los militares.
El periodismo -tanto gráfico y televisivo como radial- es uno de los ámbitos en donde se hizo más visible el colaboracionismo, a veces algo inconsciente o irresponsable, en otros casos dando plena luz verde al terrorismo de estado. Tal vez por su exposición pública y cotidiana, también por la posibilidad de una memoria histórica que no se diluye en el tiempo sino que queda registrada en periódicos y grabaciones de la época, es que aquí no cuenta la mentira, el engaño o el olvido.
Atlántida, la empresa que todavía tiene a cargo la familia Vigil (el 40 % de la compañía) supo sobrevivir con gran éxito y sobrellevar inteligentemente los cambios políticos y sociales de los últimos años. Por aquella época EL GRAFICO, GENTE, BILLIKEN , PARA TI Y SOMOS , eran revistas de gran popularidad. Todas ellas se ocuparon de hacer propaganda a favor de las Juntas Militares, ya sea por las medidas represivas, el Mundial 78, o la guerra de Malvinas. En Gente, particularmente, se hacía una de las propagandas mas notables. En abril de 1979, por ejemplo, la revista dirigida periodísticamente por Samuel Chiche Gelblung decía en un editorial :
“Con la misma energía y la misma claridad, defenderemos los principios republicanos, los de una economía realista, de una justicia independiente. Postulados que, por otro lado, son la piedra fundamental del Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional”.
Un mes después, en un comentario sin firma, confirmaba que “el éxito de este Proceso se ve hoy en muchos órdenes de la vida nacional”.
Un año antes, durante la realización del Mundial de Fútbol, junto con El Gráfico, se ocupó de mencionar reiteradamente una supuesta “campaña en contra de Argentina organizada por el terrorismo internacional”. “A pesar de los 700 millones de dólares que costó. Por primera vez los argentinos sabemos lo que cuestan las cosas, y pagaremos esa deuda aunque no resulte fácil. A pesar de todo y contra todo...los argentinos hicimos el Mundial.”, enfatizaba en junio del 78.
La periodista René Sallas, que hoy sobrevive en la publicación, se quejaba del espacio que le daba la prensa francesa a Amnesty Internacional y a la preocupación por los derechos humanos. “Amnesty jamas publicó nada sobre la muerte en mi país de Aramburu, de la hija de Viola, de Rucci, de Salustro, de Larrabure, de Mor Roig y de muchos otros”, decía la mujer que frecuentemente firmaba generosos reportajes a los jerarcas y funcionarios militares.
La conocida escritora Silvina Bullrich era otra de las prestigiosas plumas que inundaban las páginas de Gente. La misma Bullrich que, poco antes de los indultos menemistas, decía : “Yo indultaría al general Videla y a Lambruschini. A Massera no, porque es una mala persona, que ha cometido actos muy graves, algunos por intereses personales o por revancha. Que si lo indultaría a Viola? Bueno, tal vez. “ (2-11-89,Diario Sur).
En una columna de 1979 titulada “Dios la bendiga, señora Thatcher”, y haciendo gala de una simplicidad de análisis por lo menos llamativa y peculiar, manifestaba su devoción por la ‘dama de hierro’. “Todas las mujeres del mundo le decimos hoy junto a las mujeres de Inglaterra: Dios la bendiga”, escribía Bullrich, luego de definirla como el prototipo de mujer actual “que tiene una capacidad ilimitada de adaptación y por lo tanto de eficiencia”. Al parecer, esa eficiencia y capacidad luego fueron las que llevaron en poco menos de tres años a triplicar el desempleo en Inglaterra.
En Para Ti, dirigida por Agustín Botinelli -pero también de los Vigil- , desde la óptica orientada hacia la mujer argentina y a la moda, se infiltraban artículos de neto carácter político. En setiembre de 1979, por ejemplo, los responsables de la revista estaban muy preocupados e indignados, al igual que el gobierno, por la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Para demostrar su rechazo realizaron una supuesta encuesta entre mujeres argentinas que testimoniaba el sentir de la población femenina ante tamaña intromisión. Algunos testimonios publicados fueron los siguientes:
“Porqué no investigan en los países comunistas? Quién pagará por la vida del gral Aramburu? Creo que deberían hablar con el ciudadano de la calle, el de todos los días”,
“La paz es un precioso bien humano. Gracias a Dios la hemos conseguido. ¡Dejennos ustedes también en paz!”,
“Celebro que estén en este país y vean que gozamos de la más absoluta libertad para actuar u opinar”,
Casi cinco años después del golpe, Para Ti continuaba alabando denodadamente a sus amigos militares: para festejar la llegada del año 1981, lo celebran con una página de agradecimiento a Videla, Martínez de Hoz y Viola, “por esa paz que todos soñamos y que gracias al esfuerzo de las Fuerzas Armadas hoy vivimos”. “Feliz Año Nuevo, general”, se titula la nota y reconoce que si bien “corrió mucha sangre y pagaron justos por pecadores”, se puede caminar “por la calle con seguridad”. En el colmo del elogio absurdo agradece también “por defender una política económica tan antipopular, una política que críticas mediante, sólo busca el progreso del país y no ganar votos. Como usted (gral. Videla) la defendió contra viento y marea y con convicción. Gracias otra vez.”
También para el ministro de Economía había regalitos de navidad , por haber insertado “a la Argentina en un sistema moderno de apertura y competencia”. Sin embargo, la familia Vigil no podía con su genio y decía “Que usted cometió errores nadie lo pone en duda. Lo que sí ponemos en duda es la honestidad de quienes lo critican”. Quienes lo criticaban tuvieron la honestidad de no dejarse encandilar por los espejismos de la ‘plata dulce’ y sólo reflejaban datos de la realidad: el crecimiento desmedido de la deuda externa, la paulatina devaluación de la moneda nacional, el estancamiento de la industria, la caída de varias entidades financieras -como la liquidación del Banco de Intercambio Regional (BIR)- y quiebras de grupos económicos .
Durante el desarrollo del Mundial de Fútbol 78, mientras la revista Somos editaba en tapa la famosa fotografía de Videla gritando un gol argentino, bajo el título ‘Un país que cambió’, El Gráfico -el hijo mayor de don Vigil- publica una entrevista al dictador en donde se habla de fútbol y política. Los encargados del reportaje -entre quienes está el Jefe de Redacción, el reconocido Ernesto Cherquis Bialo- confiesan en un editorial que el encuentro fue “placentero” y que “frente a él nos sentimos bien”, además de definir a Videla “como un hombre de sensibilidad” y como “alguien que sabe sobre lo que está hablando y todo cuanto sabe lo dice en forma sincera y generosa”.
Si bien casi no se daban a conocer públicamente por la censura, las noticias sobre periodistas desaparecidos o secuestrados llegaban día a día a las redacciones de los medios. Según el Nunca Mas , sólo en 1976 desaparecieron 45 periodistas, al año siguiente 30 más, hasta llegar finalmente a alrededor de 100. Rafael Cacho Perrota, Julián Delgado, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, entre tantos otros, ya habían tenido ese destino cruel y malvado. Jacobo Timmerman tuvo distinta suerte: luego de ser secuestrado y torturado durante un mes, fue expulsado de la Argentina.
Carlos Varela, hombre de radio y TV -en esos años en ATC- , acusado de buen diálogo con Videla y Agosti, confesó años después que “en aquella época amoldaba mi mensaje a lo que sabía y a lo que se podía decir”, y aclara: “Aparecían todos los días quince muertos envueltos en lonas y yo era periodista y no puedo decir hoy que no sabía lo que pasaba. O sabías o no eras periodista”.(8/95, La Maga)
La revista Siete Días , publicación de Editorial Abril que subsistió hasta hace algunos años, no se quedaba atrás en su ánimo de encontrar subversivos por todos lados. En mayo de 1978, publicaba una especie de número especial del macartismo vernáculo llamado ‘El libro negro de la subversión’, donde se detallaba en un informe todas las personas y organismos que pertenecían supuestamente a una Red Antiargentina. La lectura de algunos nombres acusados de terroristas hoy no nos deja de provocar risa: Amnesty Internacional, Francois Mitterrand, Norman Brisky, Julio Cortázar y Charles Aznavour, entre muchos otros.
“Ha llegado el momento en el que cada uno de los argentinos debemos levantar la voz en defensa de nuestro país para que en el mundo nos oigan claramente”, desafiaba el semanario ante la desconfianza de los europeos y de los organismos de derechos humanos internacionales, que recibían cada vez más denuncias por crímenes aberrantes.
Siete Días, además, contaba entre sus columnistas a Carlos Burone, también hombre de radio, que en una sección titulada ‘El diario de un pequeño burgués’, defendía las medidas represivas. Se quejaba de “la orquestada campaña antiargentina que los medios de difusión (internacionales) despliegan contra nuestro país y su gobierno”, y aseguraba conocer “escenas de barbarie que, en estos precisos momentos, tienen un escenario real y concreto en Africa y Camboya, preparadas y ejecutadas por los secuaces de Fidel Castro y el comunismo vietnamita”. (13-6-78).
Burone, a quien le molestaba “los que se rasgan las vestiduras hablando de los derechos humanos”, ya en 1983, se seguía quejando en su programa radial de “los que hacen huelga de hambre tomando mate o con esas marchas por Avenida de Mayo mostrando el dolor que les causan los muertos...”.
Los diarios, por supuesto, no estuvieron ajenos a la complicidad con la dictadura, especialmente La Razón, La Prensa, La Nación y en algunos casos El Cronista Comercial. En los dos primeros llegó a escribir el mismísimo jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps, donde difundía y analizaba la Doctrina de Seguridad Nacional, en la que se inspiraban las fuerzas represivas. La Prensa, abiertamente militarista, -junto con La Nación estuvo enrolado históricamente con los sectores mas oligárquicos y conservadores del país, incluido el clero-, justificaba poco tiempo después del golpe la instauración de la pena de muerte:
“En la lucha que el país entero, sin distinción de categorías sociales u opiniones políticas, está empeñado contra la subversión y la violencia organizada, el frente de batalla está en todas partes y lo que nos ha sucedido hasta revela la ineficacia de los métodos normales y las formas represivas tradicionales.” (28-6-76).
Hacia el epílogo de la dictadura, La Prensa cobijó a periodistas sospechados de ‘servicios’, como Jesús Iglesias Rouco, despedido del diario español El País y que luego en nuestro país editó el pasquín El Informador Público, con ‘carne podrida’ de los Servicios.
El Cronista Comercial, en esa época considerado un periódico pluralista -de su redacción habían secuestrado a varios redactores y a dos de sus directores-, también defendió por momentos el terrorismo de estado. Según pudo comprobar la revista XXI, Mariano Grondona escribió columnas en ese matutino, entre 1979 y 1982, bajo el seudónimo de Guicciardini. Allí llegó a escribir:
“Por creer que el derecho de seguridad es un derecho humano que el Estado debe proteger, los argentinos recibimos hoy la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Esto es lo malo. Que están aquí porque somos derechos y humanos” (9/79) .
Al año siguiente, el profesor Guicciardini se quejaba de que el Premio Nobel de la Paz le había sido otorgado a Adolfo Pérez Esquivel y opinaba que los razonamientos del Comité Noruego “falsean gravemente la verdad sobre la Argentina, al poner en un pie de igualdad a las fuerzas del terrorismo y a las fuerzas de seguridad que las derrotaron”.
El colaboracionismo que se dio en los medios audiovisuales es un capítulo aparte, y es, tal vez, algo más recordado que el papel de la prensa gráfica. Nombres como José Gómez Fuentes o Nicolás Kasanzew en ATC (durante la guerra de Malvinas), José María Muñoz o Julio Lagos (durante el Mundial 78 y el Juvenil 79), la dupla Neustadt-Grondona y otros tantos son tema de otra nota...






Esta nota periodistica nos ayuda a saber como se manejaba el periodismo y los medios de comunicacion en esa epoca. 

Así como la tristemente célebre propaganda de las sillas de indutria nacional de mala calidad en comparacion con las importadas muchos medios de comunicación, algunos de los cuales hoy siguen funcionando fueron funcionales a la dictadura, algunos por miedo, otros porque estos correspondian a algunos de sus intereses. Tal es el caso del Diario Clarin que el mismo dia en que se declara la junta lo anuncia con total neutralidad no diciendo que es malo ni bueno, y luego tomando una posicion bastante obvia que es responder a sus intereses.
Es sabido por boca de muchos periodistas que todos conocian lo que pasaba en el país y de como muchas publicaciones eran usadas como medios propagandisticos y de influencia ideologica, tal es el caso de la revista Para Ti nombrada en la nota que supuestamente manifestaba la opinion del pueblo hablando sobre la amenaza comunista. No solo ocurria en revistas, en la television tambien era muy evidente. El ambiente de miedo era tal que no se filtraban noticias sobre los desaparecidos o las torturas, cosa que ayudaba a fortalecer el poder de la dictadura. Este mismo sistema represivo de medios fue de vital importancia para el golpe.

Grafico Medios de represion en la dictadura.

Nota periodistica.

PERIODISMO Y DICTADURA

Quiénes fueron las "estrellas" periodísticas de la dictadura, los principales promotores de la represión cultural en los años de plomo.

Por Pablo LLonto
Joaquín Morales Solá
Luego de un breve paso por La Gaceta de Tucumán, fue redactor del Panorama Político de Clarín en los tiempos de Videla, Viola y Galtieri. Prosecretario de redacción de Clarín (el número dos de la redacción) y responsable de la sección Política, páginas en donde centenares de hechos de exterminio y fusilamiento de militantes políticos eran “enfrentamientos”. Eran habituales sus tardecitas de “tomar el té” con empinados generales. Fue premiado por quien sería el gobernador de la dictadura en Tucumán (Antonio Bussi) el 22 de marzo de 1976, antes del golpe. En los últimos años intentó tapar el sol con las manos desmintiendo su complicidad. En cuestión de segundos, los memoriosos nos remitieron a la edición del martes 8 de junio de 1976 de La Gaceta. En su página 5, el matutino muestra a Morales Solá, antes de la caída del pelo y de la memoria, compartiendo el agasajo que Bussi ofreció, un día antes, a los periodistas en su día. A todos les agradeció "la colaboración en la lucha contra la subversión” y los exhortó a que “continuaran prestando el mismo apoyo". Meses antes, el 23 de abril, Morales había mostrado lo suyo. En nota de tapa, con su firma, saludó la designación del general Bussi como gobernador porque 'conoce el ámbito local y no ignora las necesidades y las urgencias de la provincia'.
Samuel Gelblung
Director de la revista Gente (Editorial Atlántida) desde 1976 a 1978. Como resulta imposible describir las más de mil notas favorables a la represión que se escribieron en dicho semanario, bastaría tal vez el ejemplar del 25 de mayo de 1978 para mostrar un Chiche: Gelblung le pidió a Vigil, el dueño, viajar a Francia para cubrir la información que surgía de los exiliados argentinos y de los organismos de Derechos Humanos. Cruzando el Atlántico se denunciaban la tortura, la desaparición, los crímenes, los centros clandestinos. Gelblung hizo la nota y la tituló “Cara a cara con los jefes de la campaña antiargentina”. Allí denunció a los principales militantes bajo este párrafo: “el terrorismo abrió un frente externo. Y esto que aquí investigamos es sólo una de sus expresiones. Pero el país no está desarmado para hacerles frente. Debe contrarrestar, con la verdad, su arma más poderosa, esa campaña”.
Magdalena Ruiz Guiñazú
Conductora en radio Continental durante la dictadura. Por las mañanas elogiaba a Martínez de Hoz, el ministro de Economía de Videla, habitual analista financiero en los programas previos al golpe. Fue una de las 16 mujeres periodistas a las que recibió el ministro del Interior de facto, general Albano Harguindeguy, en agosto de 1980, cuando el tema de las violaciones a los Derechos Humanos era el sello característico de los militares en todo el mundo. Llegado el momento, el hipócrita de Harguindeguy se refirió a la censura y la autocensura de la prensa. Magdalena no tuvo otra feliz idea que decirle: “No queremos que usted crea, señor ministro, que éstas son acusaciones en contra suyo. Son simplemente comentarios que le hacemos para que sepa qué es lo que se dice, qué es lo que se piensa”. En junio de 1985, al declarar en el juicio a las Juntas certificó la teoría alfonsinista de los Dos Demonios, cuando denunció que había sido amenazada por los Montoneros por burguesa.
Bernardo Neustadt
Para muchos, el mayor de los sirvientes de los dictadores. Dirigía las revistas Extra y Creer, saltaba de una radio estatal a otra radio estatal y luego a Canal Trece (en manos de los marinos) o al Once (en manos de los pilotos), para vociferar ante los argentinos que estábamos en el mejor de los mundos. El programa se llamaba “Tiempo Nuevo” y tenía, además de la música de Piazzola, el sello de un acompañante que por entonces la jugaba de segundón: Mariano Grondona. Neustadt elogiaba a Videla, a Viola, a Galtieri (una de sus entrevistas fue en el despacho del general del whisky y la muerte, para sonreír con él por aquella frase de `las urnas están bien guardadas`) y a cuanto uniforme verde se le cruzara en el programa. Fue impecable en su ignorancia y en su mentira. Ni siquiera en la guerra de Malvinas calló su ultraoficialismo y comandó el lote de animales que gritaban “estamos ganando, estamos ganando” mientras los soldados morían.
Mariano Grondona
La jugó de copiloto de Neustadt en la televisión estatal de los militares. Pero el sostén brindado a los militares, con quienes compartía ideología y crímenes  desde los 60, se concretaba en las revistas Carta Política y en diversos diarios. En alguno de ellos (El Cronista Comercial) usaba el sinónimo de Guicciardini. Para Grondona, apoyar a los dictadores era cuestión de piel. Profesor de la Escuela de Guerra, abrazador oficial de Martínez de Hoz y de los liberales, su catedrática pluma lanzaba párrafos como estos: «Nuestra revolución consiste nada menos que en la aparición de un orden en medio del desorden (...). Sólo los que han bebido hasta el fondo el cáliz del desorden sabrán apreciarla».O aquellos del 12 de septiembre de 1979, mientras la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visitaba cárceles y tomaba denuncias: «Por creer que el derecho a la seguridad es un derecho humano que el Estado debe proteger, los argentinos recibimos hoy la visita de la CIDH. Esto es lo malo. Que están aquí precisamente porque somos derechos y humanos”. Su coherencia se exponía también en la revista Visión, financiada por el dictador nicaraguense Tachito Somoza.
José María Muñoz
Su popularidad estaba ligada al fútbol. Y a radio Rivadavia, la radio Diez de aquellos años. Convertido, por propia boca, en el “Relator de América”, demostró que ser chupamedias era la razón de su vida. Montó una estructura de móviles y conexiones por las que siempre hablaba un brigadier, un mayor o un cabo de la policía. Basta verlo en la película La Fiesta de Todos, propaganda repugnante del Mundial 78, o escucharlo en las grabaciones ocultas del Campeonato Juvenil de 1979 para ver cómo operaba este buen amigo del general Camps.
Ramón Andino
Formaba pareja con Juan Carlos Pérez Loizeau en los mediodías de Canal 13. El programa se llamaba Realidad 82, y allí no faltaban consejos paternalistas, recetas de cocina y muchos, pero muchos, comunicados oficiales de los gobernantes de turno. Los silencios sobre las marchas de las Madres o las movilizaciones de los trabajadores eran permanentes, bajo un clima de continua amabilidad  en un país que, para ambos, no tenía problemas. También con un triste rol en los meses de Malvinas, logró alternar sus amigables contactos como periodista de Clarín en temas militares (especializado en los avatares de la Fuerza Aérea) y la imagen de columnista que bregaba por los derechos de los jubilados.
Mónica Cahen D’Anvers
Estrella de la TV en aquellos años. Valorada por dirigir un pasatiempo llamado “Mónica presenta”, programa que le permitió recorrer buena parte del mundo con notas divertidas y con agregados políticos que le daban cierto interés. No ocurría lo mismo cuando regresaba a la Argentina y gracias a su alto rating lograba convertirse en pieza importante para las convocatorias contra exiliados y organismos de Derechos Humanos. Brilló en mayo de 1979, cuando encabezó el llamado a los argentinos para que se subieran a un avión y viajaran a Italia a contestarles a los hombres y mujeres que habían alzado carteles y pancartas contra la dictadura en un partido de la selección. Su nombre figura en el Documento del Estado mayor Conjunto (punto 5.1 Comunicadores clave), dado a luz por el colega Martín Sivak en el libro El Doctor. Allí se lee: Enrique Llamas de Madariaga, Julio Lagos, Magdalena Ruiz Guiñazú, Roberto Maidana, Mónica Cahen D’anvers, César Mascetti, Raúl Urtizberea, Lidia Satragno (Pinki)...” y siguen las firmas.
José Gómez Fuentes
Su rostro ya ha sido olvidado por millones de argentinos, por el sencillo hecho del paso del tiempo. Fue la imagen de ATC y su noticiero “Sesenta minutos”. Sobre él ha quedado grabada la frase “estamos ganando” (durante la guerra de Malvinas), con cierta injusticia. No fue el único que la pronunció. Pero eso sí, le tocó decirla unas cuantas veces y por el canal que, aunque usted no lo crea, peleaba los primeros puestos. Gómez Fuentes había participado muy activamente en las exaltaciones pro-Videla desde el canal oficial, en especial cuando en septiembre de 1979 se produjo la visita de la Comisión de la OEA. Su voz aguardentosa, llamando a la gente a colmar la plaza, sólo fue superada por la del Gordo Muñoz.
Jorge Fontevecchia
Extraño caso, en 1976,  el del joven y siempre pequeño dueño de Editorial Perfil. Por entonces, la editorial de papá (don Fontevecchia era el dueño de la revista Weekend) sacaba una publicación que se vendía como un choripán. Se llamaba “La Semana” y era dirigida...por el pibe. Entonado con los demás directores de revistas de época (Gente, Siete Días), Fontevecchia convirtió a La Semana en una publicación oficial que acompañaba a los generales y almirantes en sus viajes y legitimaba el golpe con elogios al Operativo Independencia. No hay una sola nota crítica en los años 76-77-78 y 79. De aquellos tufillos cuarteleros, sobresale este editorial, previo al Mundial 78, cuando Fontevecchia escribía y firmaba en contra de las campañas antiargentinas: “Por favor, no nos venga a hablar de campos de concentración, de matanzas clandestinas o de terror nocturno (…) Esta es una fecha clave para defender al Proceso”.


Elegimos esta fuente periodistica ya que con ella observamos como algunos periodistas de renombre internacional,ante la presion que recibian de los dictadores lo que hicieron fue unirseles.Esto demuestra el poder que tenian los militares ya que contaban con el apoyo de estos periodistas, a los cuales la gente de la epoca le tenia mucho respeto y afecto. De esta manera se garantizaban de contar con el apoyo de la sociedad.
Estas eran una de las estrategias que utilizaron los militares para dominar a la sociedad.

martes, 20 de diciembre de 2011

Hipotesis

Comenzamos este trabajo sin tener una gran idea sobre las repercuciones de la dictadura militar de 1976 en cuanto a los medios de comunicación. Nos pareció conveniente especificar cada uno de los medios que existía en esa época, explicando su situación:
Con respecto al cine, todas las películas sin valores artísticos o que no presenten ningún interés como diversión y que atenten a los sentimientos nacionales eran totalmente prohibidas.
La televisión también sufrió consecuencias negativas,  ya que prohibieron muchos canales y programas y otros pasaron a ser no aptas para menores, como programas enteros, o sketchs de distintos tipos o simplemente avisos publicitarios. También usó el doble sentido en muchas ocasiones, abía actores que se burlaban de los militares y de muchas cosas que ellos hacían. No eran demasiado sutiles en sus monólogos pero los militares no podían censurarlos debido a que jamás los nombraba, solo daban pie para que uno sepa de quienes estaba hablando. 
Abundaron en los estudios de radio las censuras y cuidados en los mensajes, llamados de atención, levantamiento de programas, clausuras de emisoras, prohibiciones, temas y personas de las que por “órdenes superiores” no se podía hablar. Se redujo la información de importantes artistas que tenían pensamientos en contra de este régimen.
Algunos diarios quizás sentían la presión de estos dictadores, y se dedicaron a publicar notas a favor de ellos y de su régimen. Algunos periodistas que hicieron investigaciones acerca de esta época aseguran que los militares utilizaron los diarios como una estrategia para afianzar su poder y continuar reprimiendo.

Para la generación actual, que nació en democracia, es muy difícil imaginar un país donde se escuchaba solamente la voz del gobierno y de los que lo apoyaron. También es dificil de entender que los ciudadanos argentinos se conformaban con imágenes falsas, en donde se representaba un país en crecimiento y no se mostraban los cadáveres que yacían enterrados en sus tierras y ahogados en sus ríos.

Fuentes audiovisuales de la Epoca de dictadura en la Argentina.



Esta es una fuente audiovisual, que a partir de esta los militares intentan manipular el pensamiento de la sociedad comparándole el proceso al que los dictadores de esa época llaman “Reorganizacion Del Estado Nacional” con las etapas anteriores mostrando fotos de caos y descontrol social y utilizando palabras como estancamiento, especulación, terrorismo ,etc. Dando a entender que lo que viene con esta nuevo gobierno las cosas van a ir mucho mejor que en los gobiernos anteriores.



Esta publicidad habla sobre la competencia entre los artículos importados y los de
industria nacional marcando una notoria incompetencia de la manufactura nacional.
Esto no se hizo por nada, el gobierno militar planteaba un modelo de venta de materias
primas y compra de manufacturas con la intención de hacer desaparecer la industria
nacional y fortaleciendo de esa manera a los sectores agroexportadores de materias
primas, entre otros.
Estos sectores estaban fuertemente conectados con el gobierno militar. La idea de la
propaganda es manipular los impulsos de consumo de la población argentina.

Consideramos que esta fuente expresa claramente el modo en que el gobierno militar manipulaba los medios mediante el miedo y la represión. Utilizando estos mismos medios para exparcir sus ideas a la masa receptora en este caso de las propagandas televisivas tratando de mostrar siempre una imagen positiva de nuestro pais y buscando el apoyo popular mediante éstas. Tambien observamos que esta estrategia publicitaria es similar a la utilizada por Hitler donde explicaban sus proyectos mediante afiches.